13 sept 2014

Nosgoth fanfic: Thoughts Before Battle

Sommerdamm. El humo que debería cubrir el cielo para frenar la entrada de los perniciosos rayos del sol no fue capaz de ocultar completamente la luna llena, demasiado tozuda para esconderse. Ilakim podía contemplarla desde la torre más alta, donde se estaba ocultando y se asomaba de vez en cuando para espiar a los humanos que se preparaban para defender el lugar.

Su garganta liberó un gruñido gutural, mientras acomodaba las alas sobre su espalda. Sus aliados, miembros de los otros clanes, ya intentaban encontrar un buen lugar desde el que rodear y diezmar aquellos estúpidos sacos de sangre. Y pronto su mente comenzó a divagar, analizando todo lo que había ocurrido hasta el momento.

En primer lugar, lo ocurrido con el clan Razielim. No le había gustado ni un ápice lo que Eskandor les había dicho sobre el futuro que les aguardaba. Por supuesto, Ilakim no era tan estúpido para decir nada en alto, pero sabiendo que los otros clanes habían decidido acabar con ellos después de la traición de Raziel... Incluso si la guerra contra los humanos había unido los clanes de nuevo, el Centinela sencillamente no podía confiar en ellos, incluso aquellos que iban a luchar junto a él de un momento a otro. Hasta los miembros de los clanes Turelim y Rahabim a los que una vez consideró "amigos" eran ahora traidores ante sus ojos. Por supuesto, entendió que habían seguido órdenes... Pero sencillamente no podía perdonarlos.

Incluso entonces, el pasado no era el único problema... Sino también el futuro. Ilakim no tenía esperanza sobre lo que podría ocurrir a los restos del clan Razielim una vez terminase la guerra contra los humanos. Sabía perfectamente, o al menos lo asumía, que la "clemencia" de Dumah y Turel tan sólo era porque los encontraron lo suficientemente útiles para vivir. Pero, una vez los humanos se encontrasen de nuevo bajo su control... No lo serían más.

El Razielim alzó la mano un momento, tocando su propia máscara, personalizada con una marca tribal pintada sobre ella, y dándole un aspecto incluso más salvaje que, confiaba, aterrorizaría incluso más a aquellos sucios humanos. Resultaba irónico cómo, en sus años de juventud, a Ilakim no le importaba mucho su propio aspecto, a diferencia de sus hermanos y hermanas, o miembros de los otros clanes. Pero ahora, con aquél cuerpo deforme, a veces se veía a sí mismo como los humanos les llamaban a menudo: Una criatura, un monstruo. Pero entonces, se recordó a sí mismo su propio origen, y por qué acabó con aquella forma, así como el resto de su clan. Todavía era él mismo: Ilakim, un vampiro, un dios oscuro, hijo de aquél que fue una vez la mano derecha de Kain, creador del clan más poderoso y próspero. Incluso siendo menos vanidoso que sus hermanos... Todavía poseía su propio orgullo.

Una cosa estaba clara: La guerra sería larga, y una vez terminada, los Razielim tendrían que luchar de nuevo por su supervivencia. En realidad, Ilakim deseaba que la lucha contra los humanos jamás terminase. Era una buena forma de conseguir comida, incluso si Dumah y Turel los estaban alimentando fuera de combate. Y la batalla era una buena forma de no caer de nuevo en la decadencia del pasado. Por supuesto, Ilakim no tendría su pasado privilegio de estar más relajado, de buscar nuevos libros para estudiar, viajar tan seguro como era posible, experimentar algo de diversión cada tiempo con las intrigas y "peleas" internas entre los clanes... Pero se sorprendió a sí mismo al darse cuenta de que no extrañaba aquella vida tanto como había creído.

Finalmente, los sonidos de explosiones y de los disparos de las armas de las profetas le hizo volver a la realidad. La batalla había comenzado, y reclamaba su presencia. Ilakim se asomó una vez más desde su escondrijo, y una vez analizó la situación, extendió sus alas antes de dejarse caer y volar hacia el combate.

Sería otra noche de gritos, sangre y orgullo.

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FdT (Fuera de Texto): Este texto lo escribí originalmente en inglés, y lo he traducido. ¿El motivo? Porque tengo demasiadas ideas para seguir esta historia, pero me estoy dando cuenta de que me está dando más vagancia escribirla en inglés. Así que digamos que voy a usar este blog para escribir escenas e ideas que me vayan viniendo a la cabeza en español, para que no se me olviden... Y, cuando me encuentre con ganas, ya las traduciré al inglés para publicarlas en otros lados, foros oficiales de la saga LoK, Nosgoth y así.

Por ahora, por si tenéis curiosidad, aquí os dejo el link a mi texto original:

http://www.dcabdesign.com/forum/viewtopic.php?f=12&t=1598

Nuevos archivos encontrados: Historias de Nosgoth (fanfic)

Saludos, lectores y lectoras, si es que queda alguien por aquí.

En primer lugar, lamento muchísimo haber dejado este lugar muerto durante tanto tiempo. Asuntos personales y otras prioridades me han mantenido al margen de mi pasión, que es la de buscar, traducir y transcribir textos de archivos que he ido encontrando referentes a otros mundos. Sin embargo, aunque no vaya a ser a menudo, intentaré levantar este lugar de nuevo, incluso si sólo será durante un tiempo. He encontrado información muy interesante sobre un mundo llamado Nosgoth, y la historia de uno de sus protagonistas: Nadie más y nadie menos que un vampiro de un clan denominado Razielim: Ilakim.

Ahora mismo me encuentro traduciendo el que parece ser el primer capítulo o introducción, así que os ruego paciencia.

Sin más dilación, anuncio el regreso a la actividad en este lugar, así como el deseo de publicar el primer capítulo en español tan pronto como me sea posible.

Saludos.

14 feb 2012

Fanfic Team Fortress 2: Rojo Amanecer

La batalla estaba siendo especialmente cruenta. Las explosiones resonaban todavía en su cabeza, incluso encontrándose en un estado de confusión bastante grave y molesto. Le dolió al inhalar una bocanada de aire, haciendo que su cuerpo temblase involuntariamente. Cuando su mirada se enfocó al fin, logró alzar la cabeza lo suficiente para contemplar el origen del dolor: La herida de bala en el lado izquierdo de su torso, cerca del hombro, sangraba profusamente, y tanto el sabor metálico en su boca, como el silbido que percibía al respirar, le dieron pistas suficientes para saber que había alcanzado el pulmón. De haber sido el corazón, ya habría muerto. Quizás hubiera sido mejor así, menos dolor, aunque… Quizás, si el tanque de contención de su espalda actuaba con suficiente rapidez, podría salvarse, aunque al estar en mitad de fuego cruzado, resultaría prácticamente un milagro. De forma instintiva, se cubrió la herida con una mano, a pesar del esfuerzo que le resultaba semejante movimiento, y el guante azul no tardó en comenzar a teñirse de rojo… El mismo color que el del uniforme del Sniper que le había alcanzado. Incluso el suspiro que liberó le dolió, a medida que sus sentidos comenzaban de nuevo a embotarse…

-¡DOCTOR!

Abrió los párpados de nuevo, y enfocó la mirada azul hacia el origen. Vio cómo el Heavy de su equipo (BLU) y compañero de armas soltaba a Natasha, dejándola caer en el suelo, y se acercaba corriendo hacia él. E, incluso en su estado, fue consciente de lo sorprendente que eso resultaba, pues el grandullón apreciaba su arma hasta un punto que, en ocasiones, parecía enfermizo. También tuvo la sensación de que nunca antes le había visto moverse tan rápido, aunque quizás fuese un engaño de sus debilitados sentidos. El Heavy hincó una rodilla al lado del cuerpo del malherido Medic, y le alzó en brazos con gran facilidad. No pudo evitar liberar un débil gemido de dolor, pero apretó con fuerza tanto la mandíbula, como la mano que cubría la herida, en un intento vano de frenar la hemorragia. El movimiento del cuerpo de su portador le dio una idea de que había echado a correr de nuevo, hasta que se parapetaron tras una improvisada trinchera a base de tablas de madera altas y resistentes, así como cajas:

-D-Doc, aguanta… Pediré a alguien que avise al Engineer y traiga su dispensador aquí…

Los ojos azules del Medic se cruzaron con los del mismo color de su compañero. Sintió la mano de éste sobre la suya al ayudar a presionar sobre la herida, de manera firme, pero no tan fuerte como podría esperarse de alguien que se dedicaba a portar un arma de 150 kilos. Percibió la preocupación en las pupilas del grandullón, así como el miedo… Y el cariño. Casi la misma mirada que el día anterior. Había sido después de un combate. Durante éste, el Demoman de RED había logrado derribar al Medic, y el Heavy, que se encontraba cerca, había oído la confesión que el tuerto le había dedicado al doctor: Que se acostaba con su mujer. Sorprendido al no saber que el alemán estaba casado, y preocupado, fue luego a enterarse en privado. Con el orgullo todavía herido, el médico le había respondido de malas maneras, acabando en una amarga discusión en la cual el grandullón se retiró con mirada dolida. Pero, en esos momentos, el Heavy parecía haberlo olvidado, centrándose tan sólo en tenerle entre sus brazos y ayudarle a frenar la hemorragia. Quiso decirle que era inútil, que ya no podían hacer nada… Pero le falló la garganta, tan sólo pudiendo toser para despejarla al haberse formado un coágulo de sangre. Con la viva expresión de la preocupación en su rostro, el grandullón le alzó un poco el torso, para facilitarle la respiración, y su mano cubrió directamente la herida cuando la del Medic falló:

-¡Walther!

Los ojos del Medic se abrieron un poco más, sin esperarse oír su verdadero nombre en esos momentos. Se lo había dicho en su momento al Heavy, en una muestra de plena confianza. Ambas miradas volvieron a cruzarse, y sólo entonces, en medio de la neblina de confusión y debilidad… Lo entendió. Lo entendió todo. No sólo lo que percibía plenamente en la mirada del otro mercenario… Sino a sí mismo. Por qué cualquier acercamiento demasiado intenso por su parte le molestaba, o los rumores y chistes que a veces corrían sobre su supuesta amistad…

… Había sido miedo. Tan sólo miedo ante algo que había reprimido durante muchos años, incluso llegando a casarse por conveniencia y estatus. Miedo a ser menos valorado, al qué dirán, a haberlo tenido más difícil en una sociedad donde contaba más la apariencia que la persona o la mente. Y todo lo que había guardado en su subconsciente, llegando incluso a olvidarlo, afloró de golpe. Su cuerpo tembló violentamente, y sintió cómo el Heavy le estrechaba contra el suyo, posiblemente creyendo que era por frío. También eso lo sentía, y eso era muy mala señal: Se estaba desangrando demasiado:

-Aguanta sólo un poco más…

El susurro llegó hasta sus oídos, de forma dolorosa. Pues el Medic sabía que ya no le quedaba mucho. Y, a juzgar por la expresión desesperada del Heavy cuando alzó la mirada y buscó a su alrededor, supo que no había señal de la ayuda que necesitaba en esos momentos. Las pupilas desenfocadas del doctor lograron mantenerse en el rostro del grandullón, y, a pesar del dolor y de que perdía aliento, logró apenas susurrar:

-He… Hea… vy…

El aludido volvió a descender la mirada hacia él, y, en una expresión tanto dulce como mortalmente preocupada, le acomodó un poco más, juntando ambas frentes:

-¡Sssh! No malgastes fuerzas…

El Medic reprimió un nuevo ataque de tos, y sintió cómo el sentido amenazaba con irse, posiblemente de manera definitiva.

“Demasiado tarde…”

Si, tan sólo, se hubiera dado cuenta antes… Pero se mentalizó: No podía perder tiempo. Sencillamente, ya no le quedaba:

- Das… tut mir Leid…

En un último esfuerzo, logró alzar una mano para acariciar la mejilla del Heavy, y levantar la cabeza lo suficiente para, cerrando los ojos, juntar los labios con los suyos. Dicho gesto pilló desprevenido al grandullón, si bien pronto reaccionó y, cerrando también los párpados, se lo devolvió. El brazo libre estrechó al Medic contra él, asegurándose de que gastase las menos energías posibles en el beso, y de paso arropándole y protegiéndole. El momento se prolongó durante unos segundos, aunque ambos habían dejado de llevar la cuenta del tiempo… Al menos, hasta que la mano del Medic cayó, inerte, y se quedó inmóvil el resto del cuerpo. Tuvieron que pasar un par de segundos más antes de que el Heavy se diera cuenta, momento en que abrió los ojos, en una terrible sospecha. Poco a poco separó los labios de los del doctor, apenas unos centímetros, y buscando su mirada:

-¿Doc…? –susurró.

El rostro de éste se encontraba relajado, y los ojos entreabiertos. La mirada permanecía perdida, con los restos de una lágrima en una de sus mejillas. No obstante, su expresión ya no era de dolor, sino que, incluso, una suave sonrisa de felicidad se dibujaba en sus labios. La mano del Heavy, que permaneció todo momento en la mortal herida, se alzó despacio, para acariciarle el rostro con el pulgar:

-W-Walther…

Su voz, normalmente fuerte y segura, se quebró en esos momentos, en un vano intento de hacer que el Medic reaccionase. No obstante, no obtuvo respuesta, y fue finalmente cuando no le quedó más remedio que aceptar lo que había ocurrido. Con un suspiro trémulo, le retiró suavemente las gafas, le cerró los ojos y le besó en la frente, antes de estrecharlo entre sus brazos. Así permaneció durante unos minutos, tratando de regular su agitada respiración, hasta que el sonido cercano de explosiones le indicó que no podía perder más tiempo. Cuando se volvió a separar del cadáver del Medic, la expresión del Heavy era completamente seria, con el ceño fruncido y la mirada ensombrecida. Con mucho cuidado, dejó el cuerpo inerte en el suelo, a salvo, y volvió a inspirar con fuerza por la nariz:

-No pude protegerte… Pero, al menos… Pienso vengarte.

Su mirada azul buscó por el campo de batalla, hasta localizar a su querida Natasha tal donde la había dejado. Brillando bajo el sol, a pesar del polvo adquirido cuando fue soltada, parecía invitar a su dueño a cumplir con su objetivo. El grandullón tensó la mandíbula, se levantó, y corrió hacia el arma, para hacerse con ella, apuntar hacia sus enemigos, y comenzar a disparar. Un bramido de ira y dolor brotó de su garganta, a medida que las balas iban haciendo su trabajo.

Pronto un disparo estalló en el aire, e incluso las explosiones parecieron callar un momento, para oírse el sonido del pesado cuerpo del Heavy caer de espaldas.


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FdT (Fuera de Texto): Tanto el Medic como el Heavy, el Engineer y el Demoman, así como los equipos RED y BLU y el juego de Team Fortress 2, tienen copyright de Valve. El texto en sí, y la historia, así como nombres propios son cosa mía. La mujer del Medic, sin embargo, también es de Valve, aunque no haya diseño oficial.

Más explicaciones en mi blog personal

Y aquí este mismo texto como primera entrada del blog dedicado a fanfics de TF2 de este estilo, TF2 Stories

7 feb 2012

Escritos sueltos: Pasión

La vi. Dando vueltas como un depredador furibundo, la frustración exudando a través de los poros de su piel. La razón decía una cosa, buscando palabras que la sacaran en ese estado. Pero, de sus labios, asomaron vocablos que jamás creería oír de éstos. Sus ojos esquivos ardían como dos bengalas, y las vibraciones de su energía parecían ir al compás de los acelerados latidos de su corazón.

Vi sus ojos. Sentí su ira, su frustración... Pero, sobre todo, sus ansias de luchar. De hacer lo que nunca antes estuvo dispuesta a hacer. De conseguir aquello que más ansiaba al precio que fuese, incluso renunciar a sus sueños. La razón calló, abrumada, y entendí entonces una cosa: No sólo no me escucharía, sino que sería un crimen intentar apagar aquél fuego, ver la más pura expresión del amor y el sacrificio en su figura. Sólo pude abrazarla, en un mudo apoyo, y desear que el objeto de su deseo sea capaz de valorarla lo suficiente para que no le deje llegar hasta el extremo más extremo, a renunciar a todo por lo que luchó durante casi toda su vida... Por el amor más profundo que jamás había experimentado.

13 nov 2011

Recopilación de Crónicas: Prólogo

Carta de la autora:


Saludos, amigos lectores. Me he encontrado con problemas para poder recopilar más datos e historias con respecto al Comando MEOPI. Es por ello que no he podido informar de más, ni continuar con la historia del pequeño Aodh, ya que parece ser que los archivos se han perdido a través del tiempo. Pueden encontrarse en alguna parte, o haberse perdido para siempre. Desgraciadamente, es demasiado pronto para asegurarlo. No obstante, a lo largo de mis periplos e investigaciones a través de los mundos, el tiempo y el espacio, he encontrado muchas cosas interesantes que me gustaría ir poco a poco compartiendo. No va a ser fácil, pues mucha de la información es clasificada, y resulta complicado sacarla a la luz sin ser descubierta. No obstante, haré lo que pueda.

Por ello quiero notificar que, debido a que la recopilación de los archivos sobre el Comando MEOPI me está costando mucho más trabajo y esfuerzo de lo que pensaba, junto a varios contratiempos que lo ha complicado todavía más, este proyecto ha estado en espera durante todo este tiempo. Y por ello quiero dedicarlo también a otras historias y datos sobre otros mundos que he ido encontrando. Es una forma de que no muera, y de que vosotros, mis queridos lectores, no perdáis la esperanza de poder conocer otros mundos, otros tiempos y otras vidas a través de mi humilde letra.

No puedo garantizar mucha continuidad, pues no siempre gozo de suficientes datos a mi alcance, o fuerzas, para poder compartir algo más con vosotros. Pero sí que haré algo más. Son datos que deben salir a la luz, algunas historias cortas, otras más largas, o a veces sencillamente fragmentos de algún bestiario antiguo, entre otras cosas. Espero poder contar con vuestra comprensión y paciencia, y deseo que disfrutéis de aquellos pequeños tesoros que voy encontrando y compartiendo.

Saludos.

27 jun 2011

Bajo Tierra: Parte 04

Un tremendo golpe se oyó en la estancia, el de un pesado cuerpo chocar contra un grueso cristal sin romperlo. A continuación, un gañido bestial de dolor. Ante esos sonidos, y viendo que no llegaba el ataque hacia su persona, Aodh se atrevió a mover los brazos para descubrir sus ojos, y echar un vistazo. La criatura se bamboleaba de un lado a otro, completamente confusa y atontada, y el adolescente la observó con algo de perplejidad. No había, en apariencia, ninguna pared que les separase, y un cristal no podía ser tan resistente para aguantar un envite de semejante magnitud…

El adolescente se fue poniendo en pie, mientras la criatura agitaba la cabeza hacia los lados. A pesar de la poca luz, Aodh pudo distinguir apenas una suerte de criatura cuadrúpeda, de cuerpo delgado, como un felino gigante que llevase ya demasiado tiempo sin comer, a juzgar por las costillas que se notaban demasiado a través de la piel. Sin embargo, algo le decía que su constitución era ya así. La cabeza era ancha, adornada con unos cuernos largos hacia los lados, como los de un toro o un búfalo. Pero su rostro semejaba tener un morro más canino, o similar, y arrugado por la parte superior. Poco a poco, el chico se acercó, adelantando una mano… Y pronto tocó una superficie transparente y fría. Sí, era como cristal, pero… Al mismo tiempo, había algo diferente en el tacto. Más áspero, como si fuera piedra. Frunció el ceño, contrariado, pues jamás había oído hablar de algo así. ¿Era un vidrio especial? ¿Acaso no se había pulido, o algo? O lo que fuera que se hiciera con el cristal para tratarlo…

Un nuevo golpe le hizo sobresaltarse, cuando la criatura se lanzó contra la barrera transparente, aunque con menos fuerza que antes. Al principio Aodh permaneció paralizado, con los ojos abiertos, mientras contemplaba de cerca las garras y terribles fauces, con unos caninos de al menos 10 centímetros de longitud. Y pensó en lo desagradable que habría sido que esas armas naturales le hubiesen despedazado. En todo caso, a medida que se vio a salvo, fue reaccionando, y… Finalmente, una sonrisa burlona asomó por sus labios, hasta mostrar incluso los dientes:

-¡Ja! ¡No puedes pillarme! Estás ahí atrapado y te quedas sin cenar carne humana.

En ese momento no se dio cuenta, pero más tarde, cada vez que recordase aquél momento, se extrañaría de su reacción. Aunque probablemente la achacaría al estrés del momento, tanto de encontrarse ante algo que desafiaba su lógica como al hecho de haberse visto dos veces a punto de morir. Pero, en esos momentos, sólo se concentró en burlarse del monstruo, haciéndole incluso muecas. Muecas que incluían echarle la lengua, algo que parecía sólo enfurecer más a la criatura. O eso, o la misma proximidad de aquél al que fijó como su presa. Pero eso no desalentó a Aodh de sus burlas, sino al contrario:

-¡Ñañañaña! ¡A mí no me gruñas, que me da igual, Cara Chata! Ni siquiera has hecho una sola brecha con tu estúpido golpe, ¡así que de nada te servirá asustarme!

Un nuevo rugido de advertencia fue la respuesta, mientras la criatura trataba de rascar el extraño cristal. Incluso babas comenzaban a brotar de entre sus fauces, con la mirada desenfocada de la rabia. Aodh rió, entre burlón y nervioso, y finalmente dio un paso atrás. No podía entretenerse más. Tenía que pensar en si seguir adelante o volver atrás, antes de que le descubriese alguien:

-¡Eh, tú! ¿Qué haces aquí?

“Mierda”, masculló el joven, antes de volverse hacia el origen de la voz, en la encrucijada. A unos metros de él, se encontró con el dueño de ésta, y no le sorprendió tanto esta vez comprobar que se trataba de un hombre-ratón, o lo que fueran. Probablemente, de hecho, le habría chocado más ver a otro ser humano. En todo caso, a éste no lo conocía: Su pelaje era más oscuro, por la luz podía ser gris o marrón, no estaba seguro. Los ojos apenas se distinguían, aunque sí el ceño fruncido en las partes levemente iluminadas de sus facciones. Por algún motivo, a Aodh le pareció más terrorífico que los que había recordado ver antes, en la calle. Y el hecho de que llevase una bata blanca, como de médico o científico, no ayudaba mucho. Tragó saliva, retrocediendo un paso, y sin saber exactamente qué responder. De hecho, estaba más concentrado en permanecer en guardia:

-¿Qué pasa, cachorro? ¿Te ha comido la lengua el Dóntido?

Preguntó el hombre-ratón al no recibir respuesta, con un tono más sarcástico que burlón. De hecho, avanzó un paso, sin variar la expresión de su rostro. Eso hizo decidirse a Aodh, quién dio media vuelta y comenzó a correr, deshaciendo lo andado. Con la de pasillos y lugares oscuros que había, esperaba dejar atrás a ese bicho. Ahora que ya sabía lo que había en los habitáculos, creía entrever de reojo un montón de miradas terroríficas, penetrantes, acechándole. Pronto divisó la salida, jadeando, y volvió unos instantes la mirada hacia atrás, para comprobar si el ratón aquél le estaba siguiendo. No le distinguió, pero no se permitió el pararse a averiguarlo. Volvió sus ojos al frente, pero no tuvo tiempo de nada más, antes de chocar contra un cuerpo, y que su trasero volviera a morder el suelo:

-¡Auch!

Se masajeó cerca de la zona, con un ojo cerrado y los dientes apretados. A ese paso, iba a tener que conseguirse una protección especial, porque ya le dolía de tanto caerse. En todo caso, pronto la mirada azul se alzó hacia el inesperado obstáculo, para encontrarse ante él al hombre-ratón fortachón de la calle, el de pelaje manchado. El cuál se lo quedó mirando desde su altura, al parecer sorprendido, para finalmente sonreír:

-¡Ey! Ya estás despierto, chico.

Aodh tragó saliva al ver los grandes y afilados incisivos que asomaron junto a la sonrisa, y se arrastró un poco hacia atrás, retrocediendo:

-Tranquilo, chaval: No voy a comerte. ¿Ya le has asustado, Nánró?

El tono del roedor bípedo no le aclaró si lo decía en serio o no, pero pronto Aodh volvió un momento la vista sobre el hombro, dándose cuenta de que estaba ya allí el de pelaje gris, parado. El cuál gruñó levemente, mirando hacia el otro:

-No debería estar aquí. De hecho, ¿cómo es que le habéis dejado sin vigilancia?

Aodh vio que ambos le habían quitado la vista de encima un momento, y decidió no quedarse a escuchar lo que iban a hacer con él: Rápidamente se puso sobre manos y rodillas, y pasó por entre las piernas del grandullón. Sin detenerse, se alzó de nuevo y echó a correr hacia los pasillos de metal, sin mirar atrás:

-¡Eh, chico! ¡Espera!

Pero, por supuesto, no obedeció. Aodh sintió cómo era perseguido, y aceleró el paso. Estaba ya acostumbrado a huir. A hacerlo de alguien que le pillase robando, de macarras más grandes y fuertes que querían divertirse con él… Pero siempre en calles que ya conocía como la palma de su mano. Esta vez era diferente. Escapaba de unos seres que ni siquiera eran del todo humanos, en un lugar que jamás había visto. Debía tener la habilidad para encontrar una oportunidad, pero, sobre todo, la suerte de encontrarla:

-¡Detente! ¡No vamos a hacerte daño!

“Ya, y una mierda.”, pensó el adolescente. Siguió corriendo, intentando respirar lo suficiente para no asfixiarse durante la carrera, y luchando contra el mareo que todavía tenía encima, debido al bajón de tensión sufrido anteriormente. Aún así, apenas podía fijarse por dónde iba, y tan sólo la adrenalina y el sentir el sonido de las zarpas de las patas de sus perseguidores contra el suelo metálico, le hacían seguir adelante. Si se detenía… A saber lo que le ocurriría. A su mente acudieron imágenes de películas que recordaba haber visto de pequeño, sobre extraños experimentos, y un chihuahua con la cabeza de un hombre. No, no iba a quedarse a averiguar si acabaría de forma similar, o directamente abierto en canal como una rata de laboratorio.

Al doblar una esquina tropezó, y trastabilló hacia delante. No tuvo tiempo de recuperar del todo el equilibrio, cuando vio frente a él una puerta redonda cerrada. Esperando ya el impacto, puso las manos delante de él para no darse al menos de morros, pero se encontró sólo el vacío cuando dicha puerta se deslizó hacia un lado. Trastabilló un poco más y logró, finalmente, frenar y apoyar las manos en el suelo, evitando caer del todo. Rápidamente se enderezó, jadeando, y miró a su alrededor. Parecía como si hubiese cambiado completamente de lugar: Las paredes eran blancas, y en la izquierda había unas taquillas de metal, azules. Todavía recuperando el aliento, Aodh se giró, a medida que iba echando un vistazo rápido a su alrededor, buscando una salida. Al fondo ninguna, a la derecha un armario empotrado cerrado en esos momentos, y al lado de la puerta, a sus espaldas, una mesa con un ordenador que parecía bastante potente. Al menos, por la cantidad inmensa de cables y su tamaño. Tardó un poco en darse cuenta de que había alguien trabajando allí, y cuando los ojos azules del adolescente se cruzaron con los castaños de la mujer-ratón morena, a éste se le detuvo la respiración unos momentos. Oyó el sonido de la puerta cerrarse, y terminó de volverse para encontrarse con ambos varones, el de bata y pelaje gris de brazos cruzados y ceño fruncido, y el grandullón con los suyos en jarra.

Estaba acorralado.

12 jun 2011

Bajo Tierra: Parte 03

Un suspiro escapó de entre sus labios, a medida que Aodh iba recuperando el conocimiento. Su primera sorpresa fue sentir que estaba tumbado, pues ni había sido consciente de haberse caído. Su última posición había sido sentado, con aquellas figuras acercándose…

Aunque todavía con la mente embotada, recordó de golpe lo ocurrido antes de desmayarse, al menos lo último. Instintivamente, se levantó bruscamente, con la sola idea de correr. No obstante, se mareó, y tuvo que llevarse una mano a la frente. Sentía frío por dentro, y el estómago completamente revuelto. De hecho, no aguantaría más de un minuto, antes de ponerse apenas en pie y terminar vomitando su frugal cena sobre el suelo. Una bajada de tensión… La conocía, no era la primera vez que la sufría, aunque jamás le había dado tanto para desperdiciar de aquella forma los pocos alimentos que lograba llevarse a la boca. Temblando, volvió a tumbarse en lo que parecía una cama, o donde estaba acostado, y alzó los pies para apoyarlos contra la pared de al lado, cerrando los ojos y respirando. Al menos, después de haber devuelto los restos de manzana y bilis, se encontraba ya mejor.

Pasado un rato, y cuando creyó haberse recuperado lo suficiente, volvió a abrir los párpados. Estaba solo, eso seguro, o de lo contrario ya hacía tiempo que habría acudido alguien a junto de él, fuese con buenas o malas intenciones. De modo que, luchando contra su nerviosismo, inspiró profundamente por la nariz, y se obligó a moverse despacio, hasta quedar sentado al borde de su improvisada cama. La cuál, como pudo comprobar a continuación al desviar la mirada, resultaba ser una litera. De hecho, pronto se dedicó a estudiar la estancia, y no pudo evitar pensar en la típica habitación claustrofóbica de un barco, o incluso nave, de películas que había visto en su infancia: Todo de metal, en un espacio reducido, y sólo un fino colchón para amortiguar el frío de la base de la cama. Claro que, para Aodh, aquella litera era lo más cómodo y confortable que se había encontrado en años. Y no estaba plagada de humedad.

Viéndose, efectivamente, solo, pronto el adolescente se animó a levantarse despacio, hasta ponerse en pie. Aunque todavía se encontraba un poco mareado, parecía sentirse ya mejor. Aún así, tardó unos segundos en darse cuenta de que algo no le cuadraba, y tuvo que parpadear cuando se dio cuenta de qué era: El charco de su vómito, que debería estar pringando el suelo… Sencillamente, había desaparecido. Aodh no había percibido a nadie moverse y limpiarlo, y él podía presumir de tener un oído muy desarrollado. Comenzando a sentirse de nuevo intranquilo, miró a su alrededor, sin encontrar a nadie más. Volvió a respirar profundamente por la nariz, y se fijó entonces en la pesada puerta de metal.

“Vale… ¿Y ahora cómo salgo de aquí?”

Buscó con éxito las entradas de ventilación, normales y corrientes, aunque demasiado altas para alcanzarlas. Y no había ningún mueble ni saliente que le pudiese valer. Frunció el ceño, y luchando contra el leve mareo que todavía sentía, se puso a explorar el lugar. No obstante, tras llevar un rato dando vueltas, no fue capaz de encontrar ni otra salida, ni modo alguno de alcanzar las entradas. Con un resoplido, se apoyó en la puerta, y más por inercia que por esperanza de que funcionase, hizo girar la rueda que hacía de manillar… Para abrirla. El adolescente parpadeó al comprobar que, en realidad, no estaba encerrado, y una mezcla entre recelo y vergüenza hacia sí mismo por no haberlo pensado antes le hicieron mascullar apenas, antes de asomarse, y mirar a ambos lados. Un pasillo, con otras puertas similares también cerradas, sin nada característico.

“¿Dónde diablos estoy?”

Salió despacio, y se deslizó por los pasillos del complejo, en silencio y sin bajar la guardia. Su primer pensamiento era encontrar una salida y largarse de allí, aunque reconocía que también se encontraba intrigado: ¿Todo lo anterior lo había soñado? ¿Qué era aquél lugar? Y, sobre todo… ¿Cómo había llegado allí? Todo lo ocurrido anteriormente, la lombriz gigante, las mujeres-ratón… Se le antojaba cada vez más irreal. Era lógico pensar que no habían ocurrido de verdad. Pesadillas, probablemente, y quizás le dio el bajón de tensión al cogerle el frío y ponerse malo del estómago. De hecho, a pesar del leve mareo, tras haber vomitado se sentía bastante mejor. Lo que le vendría bien si quería moverse con presteza y tener una opción de poder salir y volver a las calles.

Pasó tiempo vagando por los pasillos, como un fantasma. Aquello era un maldito laberinto, ya que todos se veían iguales. Ni una sola indicación, ni una puerta diferente… Nada de nada. El adolescente comenzó a agobiarse, al no saber ni tan siquiera cómo regresar a la habitación de la cual había salido. Se esforzó por respirar profundamente por la nariz, y por no toser al sentir el aire frío en sus resentidos pulmones. Aún así, pronto sintió picor en las fosas nasales, y al final…

-¡AAAT-CHÍS!

Se detuvo en seco, y arrugó la nariz al ver un poco de mocos en el suelo. Esperaba, al menos, que no le hubieran escuchado… Lo cual sí debió de ocurrir. Pues apenas percibió un movimiento de reojo, y automáticamente saltó a un lado, ocultándose en una esquina con un pasillo perpendicular. Contuvo el aliento al pegarse contra la pared, y agudizó los oídos. No obstante, no oyó nada, por lo que frunció el ceño, y se animó a asomarse un poco. En su campo de visión entró una especie de diminuta máquina en forma de esfera aplastada, con una suerte de cepillos en su base. Y, de hecho, estaba limpiando el suelo sobre el que había estornudado hacía un momento. El adolescente abrió un poco la boca, con la creciente sensación de encontrarse dentro de una película de Ciencia-Ficción. Se limpió la nariz con una manga, y en cuanto el robot de limpieza terminó y comenzó a alejarse, Aodh no dudó en seguirlo. Era bastante rápido, muy silencioso, y el muchacho tuvo que ir casi corriendo tras él, hasta que se dirigió directamente a una pared, y se coló por un pequeño hueco en la base, desapareciendo de la vista. El adolescente frenó en seco, y resopló, frustrado. Había llegado a pensar en que, quizás, al seguir al cacharro, encontraría una salida. Apoyó las manos sobre las rodillas, mirando a su alrededor… Y por fin la encontró: Una puerta diferente. De hecho, era más grande, más maciza, y se encontraba entreabierta:

-Por fin…

Musitó. Tras metros y metros de pasillos clónicos, el simple hecho de ver algo diferente ya era todo un alivio. Y, si era una puerta distinta, era una opción a encontrar una salida. O, al menos, a descubrir qué era aquél lugar. De modo que, sin dudarlo, pero con precaución, se fue aproximando. Se asomó apenas, encontrando el interior completamente oscuro. Tuvo un momento de vacilación, e incluso tragó saliva. Pero finalmente se armó de valor, y se adentró. ¿A dónde ir, sino?

Unas débiles luces apenas brillaban en el techo, dejando más bien poco a la visión, y demasiado a la imaginación. El lugar era bastante oscuro, y Aodh no podía evitar mirar a ambos lados una y otra vez. Al menos, pensó, él tampoco sería fácilmente visto. Se recorría de nuevo un pasillo, los lados prácticamente en sombras, aunque, si uno se fijaba, parecía que habían diferentes habitáculos a los lados, separados por paredes unos de otros, y abiertos al pasillo central. El adolescente no pudo evitar acelerar el paso, aunque tratando de ser igualmente sigiloso. Años de moverse por las calles, de robar, le habían hecho un experto en eso.

En un momento se encontró frente a una encrucijada, con un pasillo siguiendo al frente y otros dos a ambos lados. ¿Y ahora? Aodh suspiró, y miró a ambos lados, tratando de tomar una decisión. Incluso puso los brazos en jarra, contrariado. Había salido de un laberinto para meterse en otro más tenebroso, y eso no le hacía ninguna gracia. Arrugó la nariz, mirando de nuevo hacia un lado, cuando algo le hizo fijar la mirada en su costado. En el último habitáculo antes del cruce. Al principio no distinguió nada, y cuando creyó hacerlo, no estaba seguro de si achacarlo a su imaginación o a una ilusión óptica. Le parecía ver dos luces muy débiles, casi inexistentes, pequeñas. Agitó levemente la cabeza, e incluso avanzó un par de pasos. Fijó la mirada, pero no distinguió nada:

-No hay nada ahí…

Murmuró, tratando de convencerse a sí mismo. No obstante, no tuvo mucho tiempo de tomar la decisión de apartar la mirada. Una figura se movió en las sombras, y aquellos brillos terminaron formando una mirada depredadora… De pronto, una enorme criatura rugió y pegó un enorme salto en dirección al adolescente. Aodh tan sólo pudo caer de culo al suelo, soltar inconscientemente un grito, y cubrirse con los brazos.