14 feb 2012

Fanfic Team Fortress 2: Rojo Amanecer

La batalla estaba siendo especialmente cruenta. Las explosiones resonaban todavía en su cabeza, incluso encontrándose en un estado de confusión bastante grave y molesto. Le dolió al inhalar una bocanada de aire, haciendo que su cuerpo temblase involuntariamente. Cuando su mirada se enfocó al fin, logró alzar la cabeza lo suficiente para contemplar el origen del dolor: La herida de bala en el lado izquierdo de su torso, cerca del hombro, sangraba profusamente, y tanto el sabor metálico en su boca, como el silbido que percibía al respirar, le dieron pistas suficientes para saber que había alcanzado el pulmón. De haber sido el corazón, ya habría muerto. Quizás hubiera sido mejor así, menos dolor, aunque… Quizás, si el tanque de contención de su espalda actuaba con suficiente rapidez, podría salvarse, aunque al estar en mitad de fuego cruzado, resultaría prácticamente un milagro. De forma instintiva, se cubrió la herida con una mano, a pesar del esfuerzo que le resultaba semejante movimiento, y el guante azul no tardó en comenzar a teñirse de rojo… El mismo color que el del uniforme del Sniper que le había alcanzado. Incluso el suspiro que liberó le dolió, a medida que sus sentidos comenzaban de nuevo a embotarse…

-¡DOCTOR!

Abrió los párpados de nuevo, y enfocó la mirada azul hacia el origen. Vio cómo el Heavy de su equipo (BLU) y compañero de armas soltaba a Natasha, dejándola caer en el suelo, y se acercaba corriendo hacia él. E, incluso en su estado, fue consciente de lo sorprendente que eso resultaba, pues el grandullón apreciaba su arma hasta un punto que, en ocasiones, parecía enfermizo. También tuvo la sensación de que nunca antes le había visto moverse tan rápido, aunque quizás fuese un engaño de sus debilitados sentidos. El Heavy hincó una rodilla al lado del cuerpo del malherido Medic, y le alzó en brazos con gran facilidad. No pudo evitar liberar un débil gemido de dolor, pero apretó con fuerza tanto la mandíbula, como la mano que cubría la herida, en un intento vano de frenar la hemorragia. El movimiento del cuerpo de su portador le dio una idea de que había echado a correr de nuevo, hasta que se parapetaron tras una improvisada trinchera a base de tablas de madera altas y resistentes, así como cajas:

-D-Doc, aguanta… Pediré a alguien que avise al Engineer y traiga su dispensador aquí…

Los ojos azules del Medic se cruzaron con los del mismo color de su compañero. Sintió la mano de éste sobre la suya al ayudar a presionar sobre la herida, de manera firme, pero no tan fuerte como podría esperarse de alguien que se dedicaba a portar un arma de 150 kilos. Percibió la preocupación en las pupilas del grandullón, así como el miedo… Y el cariño. Casi la misma mirada que el día anterior. Había sido después de un combate. Durante éste, el Demoman de RED había logrado derribar al Medic, y el Heavy, que se encontraba cerca, había oído la confesión que el tuerto le había dedicado al doctor: Que se acostaba con su mujer. Sorprendido al no saber que el alemán estaba casado, y preocupado, fue luego a enterarse en privado. Con el orgullo todavía herido, el médico le había respondido de malas maneras, acabando en una amarga discusión en la cual el grandullón se retiró con mirada dolida. Pero, en esos momentos, el Heavy parecía haberlo olvidado, centrándose tan sólo en tenerle entre sus brazos y ayudarle a frenar la hemorragia. Quiso decirle que era inútil, que ya no podían hacer nada… Pero le falló la garganta, tan sólo pudiendo toser para despejarla al haberse formado un coágulo de sangre. Con la viva expresión de la preocupación en su rostro, el grandullón le alzó un poco el torso, para facilitarle la respiración, y su mano cubrió directamente la herida cuando la del Medic falló:

-¡Walther!

Los ojos del Medic se abrieron un poco más, sin esperarse oír su verdadero nombre en esos momentos. Se lo había dicho en su momento al Heavy, en una muestra de plena confianza. Ambas miradas volvieron a cruzarse, y sólo entonces, en medio de la neblina de confusión y debilidad… Lo entendió. Lo entendió todo. No sólo lo que percibía plenamente en la mirada del otro mercenario… Sino a sí mismo. Por qué cualquier acercamiento demasiado intenso por su parte le molestaba, o los rumores y chistes que a veces corrían sobre su supuesta amistad…

… Había sido miedo. Tan sólo miedo ante algo que había reprimido durante muchos años, incluso llegando a casarse por conveniencia y estatus. Miedo a ser menos valorado, al qué dirán, a haberlo tenido más difícil en una sociedad donde contaba más la apariencia que la persona o la mente. Y todo lo que había guardado en su subconsciente, llegando incluso a olvidarlo, afloró de golpe. Su cuerpo tembló violentamente, y sintió cómo el Heavy le estrechaba contra el suyo, posiblemente creyendo que era por frío. También eso lo sentía, y eso era muy mala señal: Se estaba desangrando demasiado:

-Aguanta sólo un poco más…

El susurro llegó hasta sus oídos, de forma dolorosa. Pues el Medic sabía que ya no le quedaba mucho. Y, a juzgar por la expresión desesperada del Heavy cuando alzó la mirada y buscó a su alrededor, supo que no había señal de la ayuda que necesitaba en esos momentos. Las pupilas desenfocadas del doctor lograron mantenerse en el rostro del grandullón, y, a pesar del dolor y de que perdía aliento, logró apenas susurrar:

-He… Hea… vy…

El aludido volvió a descender la mirada hacia él, y, en una expresión tanto dulce como mortalmente preocupada, le acomodó un poco más, juntando ambas frentes:

-¡Sssh! No malgastes fuerzas…

El Medic reprimió un nuevo ataque de tos, y sintió cómo el sentido amenazaba con irse, posiblemente de manera definitiva.

“Demasiado tarde…”

Si, tan sólo, se hubiera dado cuenta antes… Pero se mentalizó: No podía perder tiempo. Sencillamente, ya no le quedaba:

- Das… tut mir Leid…

En un último esfuerzo, logró alzar una mano para acariciar la mejilla del Heavy, y levantar la cabeza lo suficiente para, cerrando los ojos, juntar los labios con los suyos. Dicho gesto pilló desprevenido al grandullón, si bien pronto reaccionó y, cerrando también los párpados, se lo devolvió. El brazo libre estrechó al Medic contra él, asegurándose de que gastase las menos energías posibles en el beso, y de paso arropándole y protegiéndole. El momento se prolongó durante unos segundos, aunque ambos habían dejado de llevar la cuenta del tiempo… Al menos, hasta que la mano del Medic cayó, inerte, y se quedó inmóvil el resto del cuerpo. Tuvieron que pasar un par de segundos más antes de que el Heavy se diera cuenta, momento en que abrió los ojos, en una terrible sospecha. Poco a poco separó los labios de los del doctor, apenas unos centímetros, y buscando su mirada:

-¿Doc…? –susurró.

El rostro de éste se encontraba relajado, y los ojos entreabiertos. La mirada permanecía perdida, con los restos de una lágrima en una de sus mejillas. No obstante, su expresión ya no era de dolor, sino que, incluso, una suave sonrisa de felicidad se dibujaba en sus labios. La mano del Heavy, que permaneció todo momento en la mortal herida, se alzó despacio, para acariciarle el rostro con el pulgar:

-W-Walther…

Su voz, normalmente fuerte y segura, se quebró en esos momentos, en un vano intento de hacer que el Medic reaccionase. No obstante, no obtuvo respuesta, y fue finalmente cuando no le quedó más remedio que aceptar lo que había ocurrido. Con un suspiro trémulo, le retiró suavemente las gafas, le cerró los ojos y le besó en la frente, antes de estrecharlo entre sus brazos. Así permaneció durante unos minutos, tratando de regular su agitada respiración, hasta que el sonido cercano de explosiones le indicó que no podía perder más tiempo. Cuando se volvió a separar del cadáver del Medic, la expresión del Heavy era completamente seria, con el ceño fruncido y la mirada ensombrecida. Con mucho cuidado, dejó el cuerpo inerte en el suelo, a salvo, y volvió a inspirar con fuerza por la nariz:

-No pude protegerte… Pero, al menos… Pienso vengarte.

Su mirada azul buscó por el campo de batalla, hasta localizar a su querida Natasha tal donde la había dejado. Brillando bajo el sol, a pesar del polvo adquirido cuando fue soltada, parecía invitar a su dueño a cumplir con su objetivo. El grandullón tensó la mandíbula, se levantó, y corrió hacia el arma, para hacerse con ella, apuntar hacia sus enemigos, y comenzar a disparar. Un bramido de ira y dolor brotó de su garganta, a medida que las balas iban haciendo su trabajo.

Pronto un disparo estalló en el aire, e incluso las explosiones parecieron callar un momento, para oírse el sonido del pesado cuerpo del Heavy caer de espaldas.


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FdT (Fuera de Texto): Tanto el Medic como el Heavy, el Engineer y el Demoman, así como los equipos RED y BLU y el juego de Team Fortress 2, tienen copyright de Valve. El texto en sí, y la historia, así como nombres propios son cosa mía. La mujer del Medic, sin embargo, también es de Valve, aunque no haya diseño oficial.

Más explicaciones en mi blog personal

Y aquí este mismo texto como primera entrada del blog dedicado a fanfics de TF2 de este estilo, TF2 Stories

7 feb 2012

Escritos sueltos: Pasión

La vi. Dando vueltas como un depredador furibundo, la frustración exudando a través de los poros de su piel. La razón decía una cosa, buscando palabras que la sacaran en ese estado. Pero, de sus labios, asomaron vocablos que jamás creería oír de éstos. Sus ojos esquivos ardían como dos bengalas, y las vibraciones de su energía parecían ir al compás de los acelerados latidos de su corazón.

Vi sus ojos. Sentí su ira, su frustración... Pero, sobre todo, sus ansias de luchar. De hacer lo que nunca antes estuvo dispuesta a hacer. De conseguir aquello que más ansiaba al precio que fuese, incluso renunciar a sus sueños. La razón calló, abrumada, y entendí entonces una cosa: No sólo no me escucharía, sino que sería un crimen intentar apagar aquél fuego, ver la más pura expresión del amor y el sacrificio en su figura. Sólo pude abrazarla, en un mudo apoyo, y desear que el objeto de su deseo sea capaz de valorarla lo suficiente para que no le deje llegar hasta el extremo más extremo, a renunciar a todo por lo que luchó durante casi toda su vida... Por el amor más profundo que jamás había experimentado.